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Cómo afecta el divorcio de los padres en la infancia y adolescencia

El proceso de divorcio o separación de los padres es uno de los eventos más disruptivos en la vida de los niños y adolescentes. Aunque la manera en que cada niño o adolescente maneja este cambio puede variar, el impacto emocional puede ser significativo, afectando su bienestar y desarrollo. Es crucial comprender cómo puede afectar el divorcio a los más pequeños y qué estrategias pueden ayudarles a adaptarse a esta nueva realidad.

El impacto emocional del divorcio en la infancia

Los niños pequeños, en especial aquellos menores de 6 años, pueden tener dificultades para comprender la situación de manera plena. Pueden sentir tristeza, miedo o confusión, y es común que se experimenten sentimientos de culpa, pensando que ellos son responsables de la separación de sus padres. A esta edad, los niños pueden manifestar su malestar a través de regresiones en su comportamiento, como enuresis (mojarse en la cama) o miedos nocturnos.

En la adolescencia, los efectos emocionales pueden manifestarse de manera diferente. Los adolescentes, aunque tienen una mayor capacidad para entender la situación, pueden experimentar sentimientos de ira, abandono o ansiedad. La ruptura de una familia puede afectar la autoestima de los adolescentes, generando dudas sobre su propio valor o cuestionando el concepto de relaciones amorosas y estabilidad emocional.

¿Cómo puede afectar la separación a la relación de los niños con sus padres?

El divorcio puede cambiar la dinámica familiar, y esto afecta directamente la relación de los niños con ambos padres. Es importante que ambos progenitores se esfuercen por mantener un vínculo cercano y afectivo con el niño, incluso si no viven juntos. Las visitas regulares, la comunicación abierta y el apoyo emocional de ambos padres pueden reducir el impacto negativo de la separación en el niño.

En algunos casos, puede surgir lo que se conoce como «alineación parental», cuando uno de los padres intenta influir de manera negativa en la relación del niño con el otro progenitor. Esta situación puede ser muy perjudicial para el bienestar del niño y debe ser tratada de inmediato por profesionales.

¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos durante el divorcio?

Aunque no existe una fórmula mágica para hacer frente al divorcio, sí hay estrategias que pueden ayudar a los niños a adaptarse de manera más saludable a los cambios que conlleva esta situación:

  • Mantener una comunicación abierta: Los niños deben sentirse escuchados y comprendidos. Es esencial hablarles de manera clara y apropiada para su edad sobre lo que está ocurriendo, sin entrar en detalles dolorosos o conflictivos.
  • Evitar conflictos delante de los niños: Los desacuerdos entre los padres deben resolverse en privado, para evitar que los niños se sientan atrapados o que deban tomar partido.
  • Establecer una rutina consistente: Los niños se benefician enormemente de la estabilidad. Mantener horarios regulares para comidas, actividades y sueño proporciona una sensación de seguridad.
  • Apoyo emocional constante: Los padres deben asegurarse de que el niño o adolescente se sienta querido y apoyado en todo momento. Reconocer sus sentimientos y validar sus emociones es fundamental.

La importancia de la intervención profesional

Si bien muchas familias pueden atravesar la separación sin mayores complicaciones, otras se enfrentan a dificultades emocionales más profundas. En estos casos, la intervención de un psicólogo especializado en niños y adolescentes puede ser muy útil. La terapia puede ayudar a los niños a procesar sus emociones, entender que no son responsables de la separación y aprender a gestionar su tristeza, ira o ansiedad.

El divorcio de los padres es una experiencia desafiante tanto para los adultos como para los niños y adolescentes. Sin embargo, con el apoyo adecuado y un enfoque empático, los niños pueden superar este proceso y adaptarse a su nueva situación familiar de manera saludable. Es importante que los padres busquen ayuda profesional cuando lo necesiten, para garantizar que el bienestar emocional de los niños sea una prioridad.

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